En la intersección de las calles Montevideo y 26 se ubica el corazón de la ciudad; el sentimiento que une a la mayoría de los berissenses. La Villa representa cada rincón de la localidad del Inmigrante.
Con más de dos mil socios y casi 70 años de historia, San Carlos se convirtió en un ícono. Un espacio en el que la gente se pudo relacionar y tomar parte activa en el seno de la institución. Desde los comienzos en que se daban respuestas a las problemática sociales barriales hasta su actualidad fuertemente vinculada a la actividad deportiva, el club se constituyó como un lugar de esparcimiento y debate. Dicha situación aún se puede apreciar en los pasillos de la sede. Pasadas las cinco de la tarde la pequeña confitería recibe a socios de distintas edades.
Vale destacar también la difícil tarea que tuvo el club en relación a la construcción de una identidad propia de Berisso. En este sentido la llegada de los inmigrantes no influyó de manera decisiva en la institución; más bien Villa San Carlos forjó un sentido de pertenencia hacia la ciudad. Al mismo tiempo, la población extranjera nucleó sus hábitos y costumbres en pequeños grupos establecidos según la procedencia.
Con el paso de las décadas, el “Celeste” fue definiendo ciertos bastiones en cuanto al deporte. Tanto el básquet como el fútbol tomaron trascendencia a nivel local. Pero el segundo provocó una repercusión muy destacada al lograr dos ascensos en poco menos de diez años: el primero permitió al club salir de la Primera División “D” (última categoría del fútbol argentino afiliado de forma directa); mientras que el segundo fue un hecho histórico ya que por primera vez la Villa logró llegar a la tercera divisional.
El ascenso a la Primera “B” Metropolitana condujo a la dirigencia de la entidad berissense a ampliar la capacidad del estadio “Genácio Sálice”, ubicado en la esquina de las calles 173 y 26 Este. A la pequeña tribuna que se encontraba detrás del arco se le agregó una platea de grandes dimensiones, que permitió mayor un ingreso mayor no sólo de simpatizantes, sino también de ingresos en cada presentación de local.
Además, a esta medida se le sumó la creación de seis cabinas para transmisiones radiales, de modo que el periodismo pueda sentirse cómodo en las instalaciones. En materia de prensa también se resolvió armar una carpa luego de cada partido con el objetivo de realizar conferencias con los jugadores y directores técnicos.
El éxito del fútbol no opacó los distintos logros que se dieron en otras disciplinas como el taekwondo; cada uno de ellas también devino en un reconocimiento y alentó la difusión de la institución en ámbitos deportivos no tradicionales.
El transcurso del tiempo fue transformando al club Villa San Carlos en un símbolo de la ciudad de Berisso, y esa afinidad se visualiza en las distintas pintadas que hacen referencia a sus colores o a su escudo, tanto en las cercanías del estadio y la sede como así también en la ciudad de La Plata.
A las expresiones artísticas que produce el pueblo “Villero” también se le suman las típicas caminatas previas a los partidos de fútbol por la Avenida Montevideo, donde participan centenares de “hinchas” como muestra de apoyo al equipo.
No quedan dudas, entonces, que San Carlos impulsó la construcción de la identidad de los berissenses; que permitió dar comienzo a ese proceso y luego se consolidó como entidad deportiva en el ámbito regional. La Villa formó un pasado, constituye un presente y se proyecta hacia un futuro.